ahora mismo me gustaría poder estar en la cima de una montaña y gritar tu nombre, y el mío; y que el eco de las montañas repitiera nuestros nombres una y otra vez, como si fuera algo eterno. Los dos tumbados en el césped. Y mientras compartimos cálidas palabras sentir tu dedo recorriendo mi espalda, despacio, sentir como si pudiera reventar los índices de la felicidad cuando rozas mis labios con dulzura, sin prisa, como si el tiempo allí afuera estuviera detenido, para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario